Si
estás tratando de sacar a alguien de tu vida, lo primero que querrás hacer es
borrarlo/a de Whatsapp.
Una pequeña investigación de campo da como resultado que, más de la mitad de
los usuarios revisa la última hora de conexión de la otra parte, para cotejar
que el “double check” es una realidad y que la otra persona “vio el mensaje, pero no respondió”. Por
tanto, al terminar cualquier tipo de
relación- trabajo, amistad y más aún amor- la reacción lógica es eliminar el contacto, para evitar la
tentación de saber del otro, pero te cuento que resulta bastante dificultoso.
La lógica indica que
basta con eliminar el contacto desde el teléfono y que automáticamente
desaparecerá de la aplicación. No, craso error. Si bien puedes borrar el
teléfono, el contacto en cuestión
seguirá apareciendo en tu lista, con el número de teléfono (sin nombre) y con
la foto del sujeto que no quieres volver a ver jamás. Puedes desinstalar
la aplicación y volver a instalarla, pero el contacto seguirá ahí por siempre y
no sólo eso, él o ella te podrá seguir enviando mensajes salvo que lo/la
bloquees.
El tema del bloqueo es fácil, pero por muy duro que
sea el quiebre, lo que uno menos quiere hacer es que la otra persona tenga
claro que ha sido bloqueada. Es “feo” y el que inicia la acción queda
como despechado o mal educado (bueno, salvo que la situación que haya gatillado
el quiebre sea de mucho peso). En la misma línea, habría que evitar la
soberbia y pedir amablemente al otro que también elimine el contacto. Sólo así
es posible perder la comunicación. Nada sencillo. Esto, en las implicancias
emocionales, pero hay más.
¿Alguno de ustedes ha
leído a conciencia los términos legales? ¿Qué sucede, por ejemplo, si tu
celular ha sido robado y alguien envía fotos inadecuadas en tu nombre? ¿Quién
asume la responsabilidad?
¿Sabes cuál es el límite
de edad inferior para utilizar la aplicación? 16 años ¿Diste autorización a tus
hijos menores para que utilicen la app?
La
aplicación no garantiza la privacidad. Las conversaciones no se borran, sino que se ocultan y son
archivados en una base de datos que incluye las actualizaciones de estados.
La
información de nuestros contactos es obtenida por la app. Desde el momento en
que autorizamos a la aplicación y enviamos para ello el número de teléfono,
nuestra agenda queda a disposición de la aplicación (nombre, número, email y
otros detalles). Bueno esto, por si no lo sabías, sucede con la mayoría de las aplicaciones.
El problema es que las apps dan por sentado esta autorización y en caso de
cualquier problema legal, ellos se desligan de toda responsabilidad.
Finalmente, lo más
increíble (para los que no leemos la “letra chica”) es que la mayoría de las
aplicaciones se reservan el derecho a cambiar las condiciones del servicio sin
previo aviso y aún así seguimos fieles a ellas.
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